De la misma forma que un producto o servicio tiene su
planificación de marca, todo profesional debería elaborar una estrategia marcaria propia para lograr diferenciarse y conseguir mayor éxito en el ámbito
en el que se desarrolle.
Hace un tiempo atrás, un alto directivo de una firma
multinacional dijo: “El patrimonio más grande que podemos tener como empresa
está conformado por dos elementos: nuestra gente y nuestras marcas”. También
muchos expertos en Marketing resaltan que las marcas representan el elemento
determinante para conquistar los mercados.
Si tomamos los dos elementos del éxito empresarial (personas
y marcas) surge una combinación de palabras que desde hace un tiempo se repite
en varias publicaciones del mundo de los negocios: personal branding.
Las marcas (o brands) brindan a sus dueños la posibilidad de identificación y diferenciación. Una marca funciona en muchos casos como un elemento clave en estos aspectos. Pensemos que no es lo mismo comprar una campera negra con o sin tres tiras blancas en su pecho. Gracias a esta diferenciación, las marcas brindan a sus consumidores y dan a la empresa la posibilidad de obtener mayores ingresos dado que si los elementos de diferenciación son percibidos como positivos los consumidores estarán dispuestos a desembolsar una mayor cantidad de dinero por nuestros productos.
Pensemos la diferencia de desembolso existente entre el café
que consumimos en nuestros hogares (comprado en el supermercado $ 2,5 la
monodosis) versus el que podemos disfrutar en un local de Starbucks ($22 un
Frapuchino)?.
Ahora bien, el gran desafío para las empresas consiste en
gestionar las marcas de tal manera que permitan obtener mejores resultados,
ganancias y en definitiva el éxito en los mercados en que se desempeñan. Es así
que aparece el branding como proceso de construcción y administración de una
marca mediante la gestión estratégica de los diferentes aspectos que la
identifican y diferencian.
En un mundo donde los productos y servicios tienden a ser cada vez más parecidos, donde la cantidad de productos y servicios en oferta tiende casi al infinito y donde no abunda la confianza, una marca poderosa se convierte en el principal patrimonio de una empresa para realizar estrategias competitivas y ganar los mercados.
Todo lo anterior representa la teoría tradicional del marketing acerca de las marcas. Nuestra siguiente pregunta a responder es: ¿Qué es el marketing personal?
El marketing personal es un
concepto que implica considerarse a uno mismo como una marca.
La marca personal, al igual que la marca de un producto o servicio, es un intangible que involucra muchas áreas del individuo. Entre las más importantes podemos mencionar la apariencia externa, los valores internos, las habilidades únicas y diferenciales, la red de relaciones (personales y profesionales) y obviamente toda formación y experiencia en una o distintas áreas de conocimiento (comúnmente conocida como currículum vitae).
Según Wikipedia: “el concepto
de marca personal no trata de convertir a las personas en objetos materiales,
antes al contrario, trata de que la persona no sea catalogada como un
currículum vitae, desapercibido, igual a otros, sino que la persona sea vista
como diferente y capaz de aportar su valor único e irrepetible”.
Es por ello que cuando
realizamos selecciones de personal buscamos gente “diferente”, en la que se
pueda depositar su confianza. Al igual que como ocurre con los productos,
nuestra marca “persona” actúa como un elemento diferenciador y de posicionamiento.
En definitiva son estos factores, si es que se los maneja sabiamente, los que
pueden aportarnos ventajas en el camino al logro de los objetivos laborales.
“Una marca personal poderosa es el mayor capital que podemos
tener como profesionales”.